Nos faltan 43

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domingo, 5 de julio de 2015

Lo que suceda con Grecia...

Lo que la suceda a Grecia, le sucederá al mundo. Si reconocemos la relevancia histórica de Grecia, como cuna de los valores culturales que estructuran del paradigma económico dominante a nivel global y más en específicamente el conocido como liberalismo.
El liberalismo, como conjunto histórico de prácticas políticas y económicas tiene rasgos característicos que han sido definidos a través del tiempo para caracterizar simbólicamente al Estado Nacional y justificar en sus preceptos, la orientación de las historias construidas a su alrededor. 
Todas las democracias cobijadas bajos sus categorías, han contribuido a llenar de contenido su signo, y a ampliarlo de tal forma, que hoy, sus premisas fundamentales pueden ser señaladas como << valores dominantes>> en la estructuración de las constituciones y programas de gobierno de los Estados Nacionales en todo el orbe. ¿Por qué es importante hablar hoy de los fundamentos del liberalismo? Porque sobre su legitimidad simbólica, se construyen directamente las necesidades objetivas de los proyectos identitarios en sus diversas dimensiones,la personal, la de grupo o sector y la del movimiento de masas; necesidades condicionadas por la libertad real que ofrecen las prácticas dirijidas intencionalmente sobre su caracterización histórica y que funcionan para cohesionar o separarse, de las instituciones que fundamentan el sistema productivo que nutre a los elementos que le dan vida y movimiento. 
Estas instituciones se presentan como categorías, formas de nombrar el proceso en el que se está inmerso, de esas formas, de cómo, por qué y quienes las han venido definiendo, ha dependido siempre la posibilidad de concebir y encarnar aquella libertad, que constituye la base de la unidad significativa de lo liberal, en su acepción general. Aceptar esas categorías acríticamente, sin haber participado en el proceso de significación de sus contenidos, ha llevado a las sociedades que forman parte de este sistema de valores hegemónico, a una crisis en todos los órdenes distinguibles, la situación griega actual, es una reacción ante esa inercia.
Es hoy, por la relevancia histórica de Grecia como símbolo de la esencia y el espíritu que fundamenta buena parte de los contenidos de las constituciones nacionales en todo el planeta, que resulta necesario revalorar la propia posición que como ciudadanos de un Estado estamos ocupando en cada lugar del mundo. Que alegría que hoy, un país está siendo capaz de aglutinarse alrededor de un compromiso con su identidad, a pesar de la presión de las potencias nacionales con las que comparte mercados, del terrorismo mediático impulsado por la coorporocracia de los medios de comunicación y a pesar incluso del reconocimiento de un posible escenario de incertidumbre económica y pobreza; los griegos están a punto de colocarse en una posición en la cuál la salida de la crisis dependerá por completo de un replanteamiento del camino más allá de la participación en un referéndum, un momento para cuestionar de forma pública y organizada la lógica de la comunidad económica de la que depende su estructura de gobierno, y que por su naturaleza, está atada a los tiempos dictados por ese grupo de intereses que se sostiene en la más perversa opulencia sobre las deudas a las que han comprometido a la población más vulnerable, y que es desde luego, es el motor de toda la economía que verdaderamente está sustentada en el trabajo.
Es para ellos un momento que cambiará sin duda, el orden general de sus estructuras y que pondrá sobre la mesa de la historia nacional, las evidencias de las traiciones cometidas y los factores que desembocaron en la actual situación límite. Será un momento de recapitulación de los acuerdos políticos implícitos entre los ciudadanos y su gobierno, de reestructuración de la relación entre lo público y lo privado, será un proceso de transformación profundo, que puede, todavía, tender para cualquier lado. El riesgo de una crisis profunda y sin retorno, no termina diciendo No, a la primera condición, requiere de una planeación que contemple los intereses de todos los sectores y que mantenga cierto grado de cohesión social alrededor de los avances del nuevo planteamiento. Requiere a partir de ahora, un No continuado a las viejas prácticas de hacer política, y a los chantajes y amenazas de la clase propietaria de la moribunda economía nacional que sostendría los huesos del Estado ante un eventual separación de la UE, y los fondos que de ahí provienen.
Seguramente el gobierno de Alexis Tsipras, que ha sido valiente y consecuente con el compromiso que lo llevo a esa posición, tendrá que hacer malabares para sostener la estabilidad moral que se consiga con el triunfo del No en el referéndum, es posible que con esto, se ganará el derecho de renegociar el acuerdo, en los términos apuntados por su ministro de economía Yanis Varufakis, y seguramente también, no irá más allá del nuevo límite que imponga la Troika. Ese es el escenario más probable, según el análisis de Varufakis sobre la especulación que han hecho. Si esto se dá así, el proceso se abrirá paso a una nueva fase, con nuevos riesgos y oportunidades.
La oportunidad que se abriría ante el nuevo escenario sería la de aprovechar el ánimo democrático para empujar un movimiento de masas que pugne por la refundación del Estado en la dirección de sus funciones. Bien saben ellos, que en estos tiempos, la función de su Estado se ha visto limitada a administrar la deuda pública y los capitales de los pequeños grupos de intereses que acumulan la mayoría de las inversiones. Además de actuar en lo concreto como una entidad que se beneficia, que acentúa los privilegios de la iniciativa privada a costa de los programas sociales y que eterniza la estratificación de las comunidades en una pirámide insostenible para el futuro. Ese modelo de organización política que se consolidó en las beses de su cultura profunda, que sirve de sustento material a sus iniciativas y funciones, es el que hoy está en crisis. Los organismos que sustentan su economía como nación son transnacionales y como conjunto coorporativo, ya no acuden a la unidad que promueve la identidad nacional, sino a la unidad que promueve la identidad progresista y desarrollista que deriva del liberalismo económico, y que subordina siempre lo social a la lógica del interés particular en nombre del Derecho y la razón antropocéntrica. Si lo griegos quieren aprovechar este momento para restaurar sus raíces será sólo a través de trascenderse a sí mismos como una cultura que deja atrás la autoreferencia de sus posturas filosóficas dominantes, que se traducen en prácticas egoístas, patriarcales y desinteresadas por el cuidado del contexto que los contiene. Es de esa reformulación que depende también su capacidad para regenerar como ejemplo de razón contra la bestialidad del tirano para todos los países que de su tradición cultural alimentaron sus propias historias, es sobre las bases de ese lenguaje común que el pueblo griego puede encontrar la solidez necesaria para resistir el atentado de la Troika financiera, recordando los fundamentos de su integridad cultural como desarrolladores de un arquetipo de ser, que podría comenzar a imaginarse un panorama distinto, aliado a a otros valores y recodificando sus perspectivas identitarias, aliándose a lo mejor de su pasado, que sigue siendo hasta hoy, piedra angularpara entender las conexiones interculturales en el conjunto de los procesos políticos y económicos internacionales. Lo que suceda con Grecia, puede reflejarse en nuestros contextos de una forma muy peculiar, en este momento, la más mínima consideración sobre el caso, adquiere una relevancia especial, por el tiempo y por el lugar en que se está dando.

1 comentario:

  1. Muy buenos tus poemas, tigrillo. (le dimos una copia a Enrique; se va a ir de espaldas. Qué Clío te acompañe siempre.

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