Nos faltan 43

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lunes, 2 de diciembre de 2013

Todos somos infiltrados

Tod@s somos agentes de este sistema depredador, todos somos infiltrados.
En un estricto sentido, se es infiltrado cuando:

Se consume veneno procesado transgénico y transnacional.
Se consume la porquería alienante que produce la INDUSTRIA en los medios de comunicación; la tele, la radio, el periódico, el Internet, el teatro y el cine.
Cuando la discriminación no es política, sino que se acude a fundamentalismos racistas, religiosos, morales, oficiales (legales), para promover la exclusión de un sujeto o grupo en el nuevo orden que se pretende instaurar.
Cuando se acepta ser explotado por la razón que sea.
Cuando se acepta explotar a alguien más por la razón que sea.
Cuando se actúa buscando sólo el propio beneficio.

Cuando nuestra actividad individual y cotidiana se enfrenta al interés de nuestras comunidades reales, convirtiéndose en cada situación en un obstáculo de facto para conseguir lo que interés general esta buscando. En cada una de esas situaciones, se está siendo agente del sistema que se pretende destruir.

Si somos capaces de ver esto, seremos capaces de ver que en las manifestaciones callejeras somos los mismos que en la vida en general, los mismos personajes. Si tu posición es que estás de acuerdo con que se les llame infiltrados a los encapuchados y por tanto estás de acuerdo en que sean excluidos de la lucha por violentos, entonces te estás asumiendo como su contrapartida, como el actor social que sabe ajustarse al mandato de la paz. Pero el mandato de la paz rechaza en primer lugar cualquier tipo de negación, la negación es violencia y es miedo, es represión, prohibición.

Organizarse en función del interés general, que por definición requiere se tome en cuenta a la generalidad y no a los particularismos fundamentalistas es indispensable en este momento. El capital tiene como brazo armado no sólo a los ejércitos y a los grupos paramilitares, su violencia más favorable para mantener las condiciones de su reproducción es la ejercida por los que dicen actuar en nombre de la paz y sistemáticamente se violentan a sí mismos y a los demás consumiendo todo lo que la máquina defeca.
Reconocer que todos somos infiltrados hasta que seamos capaces de demostrar en los hechos lo contrario es indispensable para conseguir la unión de todas las luchas dignas que de verdad se están enfrentando a la violencia del capital.

Reconocer que todos somos infiltrados es reconocer que en el fondo nadie lo es.  El objetivo de esa clasificación es disminuir o de plano negar lo que hay de válido en la lucha del otro o de la otra. Es fascismo, es negación, es miedo, es el gran capital usando nuestra voz.