Nos faltan 43

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miércoles, 7 de enero de 2015

Sobre el #22M. 22 de Marzo del 2014

Sobre el #22M. Energías transitan por un espacio delimitado por ellas mismas con energías muertas y con la intención de atraer otras energías a su flujo y ser más energía, más luminosa, para renovarse a sì misma a través de la diferencia en sus frecuencias. Energías transportan cuerpos por un espacio formado por ellas con una combinación de elementos de su entorno y con la intención de ser un onda de energía transformadora de sí misma. Cuerpos impulsados caminan por un lugar determinado como el lugar donde su vida se desarrolla, construido por una mezcla hecha sobre todo de tierra, arena, agua, roca, vidrio, metal, tintas e intenciones, a veces individuales y a veces colectivas de orden estético y funcional que al ser conformada genera nuevas necesidades para los cuerpos. La intención de los impulsos es ser más cuerpos, más juntos, y así transformar sus fríos internos en calor colectivo. Personas impulsadas caminan, trotan, saltan, por un lugar al que han nombrado 'ciudad' que ha ido cambiando de forma según el interés estético y los elementos de la naturaleza que el desarrollo de su mente le han permitido combinar y componer según la creencia en un propósito. La creencia en lo individual es un propósito que se enfrenta en este espacio a la creencia en lo colectivo, en una incesante tensión. Propósitos con el mismo origen material pero con una función específica para cada persona impulsada que camina, trota y salta junto a las demás. Unos buscan el cambio, otros la permanencia. Unas son y se sienten muchas. Las otras no son ni se sienten nada, sòlo reciben ordenes. Personas con un propósito se manifiestan en la ciudad de Madrid. Una ciudad que ha ido cambiando históricamente según las necesidades que las personas en el pasado han ido generando. Necesidades para la vida, llamados propósitos para la vida que tienen un inicio histórico determinado y una vigencia que depende de la funcionalidad que le atribuye cada persona en cada tiempo. La ciudad de Madrid está hecha de millones de propósitos personales de carácter estético, ético y político que se equilibran o desequilibran sobre la base material que constituye el carácter naturalmente económico de sus relaciones. La ciudad de Madrid es un sistema social particular, con sus tensiones internas particulares que sin embargo obedecen a razones históricas que trascienden su singularidad, para volverlas parte de lo que se ha también nombrado sistema económico global. Las personas que se manifiestan en las calles de Madrid en este tiempo histórico son personas que están buscando la transformación de ese sistema económico mundial que determina el margen de sus posibilidades de elección en la vida cotidiana. Su impulso las llama a cambiar porque ya no desean el sistema vigente, consideran que no es adecuado a sus necesidades actuales o que ellas mismas no están adecuadas a èl y busca con la inercia de una multitud ser parte de una fuerza capaz de cambiar el orden sistémico vigente. Una multitud de personas protestan en Madrid por la negativa de su gobierno y del gobierno global a aceptar la autodeterminación de las comunidades que se han venido creando a la par del proceso de autodestrucción que está engendrando en cada uno y en todos el sistema hegemónico mundial vigente: el capitalista. Sus contradicciones internas han venido desnudando para cada vez un mayor número de personas, su naturaleza represiva y violenta, su disfuncionalidad y su carácter totalitario. El proceso mediante el cual la gente despierta de la pesadilla se da por medio de la actividad cotidiana que nace del amor a la vida o por razón de la obligatoriedad de conocer la miseria que provoca la misma inercia de despojo con la que opera el sistema económico capitalista. Al promover en las personas el consumo frenético y despejarlas al mismo tiempo de los recursos para consumir. El sistema hegemónico actual ofrece pues lo que no puede cumplir, ahí el carácter disfuncional y obsoleto de su existencia. Ofrece una felicidad exterior, sujeta a las ideas por su carácter predominantemente racional. Desde la idea del éxito hasta la idea de comerte lo que estás viendo en el comercial. El objetivo para quien es capaz de cumplirlo llega, y sin embargo después de alimentar la idea de uno mismo y después de haber comido el producto, el vacío regresa. El sistema obliga a pensar que la felicidad es eso, cortos momentos de placer en una vida aburrida y sin significado en general. La ciudad de Madrid aglutinó a personas de todo el mundo para trabajar en razón de su proyecto de 'ciudad megalópolis' que comparte y no por casualidad una razón acumulativa con el sistema capitalista, ya que este último es el creador de ese proyecto. Las necesidades de esa ciudad responden a las necesidades de ese proyecto, por lo tanto nunca funcionará en beneficio de su sociedad ni de sus personas individuales, que sólo acumulan frustración. Este sistema sólo está contribuyendo a la acumulación de apariencias y experiencias virtuales y está destruyendo el tejido de las relaciones personales. Mientras más genera apariencias mejor negocio para el individuo y miseria para la comunidad real, que por su naturaleza convencional no acepta la apariencia, porque destruye la confianza, y la confianza es la posibilidad fundamental de cualquier comunidad para existir y permanecer. A eso apeló la persona que marchó el 22M en las calles de Madrid, a la confianza en la unidad de sindicatos, en la unidad de profesiones, en la unidad de visiones sobre el futuro, unidad de perspectivas para el cambio basadas fundamentalmente en confiar en las diferencias, frente a la desesperanza que produce que las cosas sigan el rumbo de este sistema paralizante, que le aterra todo lo distinto. La certeza abraza a la sociedad Madrileña, la multitud sale a golpear en la cara a los que aùn no se dan cuenta de que no existe realmente, materialmente algo así como un final feliz para quienes deciden pisar a los demás para subir en las escala de apariencias, que en este sistema cultural dominante es la regla para auto-definirse como alguien que 'vive bien'. En la medida en que más cosas crees tener, menos realidad se comprende. En la medida en que más has escalado posiciones en la estructura vertical y patriarcal del sistema, más lejos te encuentras de la realidad de los demás, a los que de hecho ya no se quiere ni voltear a ver por la vergüenza de haber actuado de forma egoísta. Los dueños del capital viven en una realidad de lujos y cosas que sólo guardan relación con una forma especifica de entender la vida: la comodidad. La multitud incómoda de Madrid incomoda al sistema al revelar públicamente que lo que promete es falso. La razón de su felicidad mientras marcha no tiene su origen en la comodidad, es un hecho, esa multitud exclama que ha perdido su trabajo, que le han embargado todas 'sus pertenencias' y sin embargo es la voz de la alegría de la dignidad frente a la seguridad en el empleo que cree poseer el policía asalariado, lleno de ignorancia, de miedos y de violencia. Robots del sistema que sólo siguen ordenes en razón de no perder su trabajo. Exactamente el mismo miedo que poseen los obreros y obreras que marchan contra los recortes. La diferencia es sustancial y no sólo de forma. El miedo que impulsa la transformación y el miedo que detiene el crecimiento. El miedo que se supera con dignidad o el que se acrecienta en la aparente comodidad de ser, en esta puesta en escena que fue el 22M, el defensor de lo que hay, el vigilante del orden, el uniformado, el policía. Otra vez como en toda la historia: La alegría de la rebeldía fue de millones y la pena y la oscuridad fue de esos poquitos que se esconden detrás de sus escudos y sus macanas. Al final de la jornada, la dignidad sabe que no hay remedio, pero ese no será motivo para lamentarse, sino la fuente de la claridad y la razón de la única certeza que hoy se tiene: El mundo tiene que cambiar, y Madrid con él.

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