No te calces de carroña, libra tu mordaz refugio de las
tachuelas del ridículo. Prétende, préndete. Busca las alturas y no pares, no
pares hasta llegar. Ahí están tus bríos, tus alas de libélula, furia compañera
de llamados viejos, que no respondiste y que agitan tus aguas de luna
resplandor. Llueve tu carga en los hombros de los gigantes que nadie ha visto
nunca, total, es lo único de distinto poder, de inigualable dureza, de
irresistible encanto. No te detengas en la forma que delinea tu verso, detente
en la línea que te presenta ese beso, esa rima, es tu apertura, esa curvatura
de la que nadie habla y que se está alineando con astros de coloras, de tinieblas
sin sombra, como destellos de tu luna luz que te asombra y que te venera.
Sigue así tu fugaz sendero por las cuerdas de la guitarra
que no has tocado, desde hace siglos.
Sigue los hilos, sigue los ciclos, pez.
Nadie ya está al tanto de esta mancuerna con la locura que
te asombra y te rescata de la infamia de la comodidad. Está bien versar, pero
es mejor amar sin parar, sin tregua contra la solemnidad moralina de quienes
tienen a una o a dos esclavas en sus refugios, en sus cárceles. Aunque ellas
digan que son libres, son voces sin cuerpo, sin ganas de nada, sin alma de
rabia que se despierta y tiende su dulzura para sí misma.
Es la creación divina de estar con uno, aquí sin
cuestionar el porque hacerlo, el don de
borrar lo que había y no dejarse intimidar por la colección de estatuas que
comparten piso. Que las lleve la marea del nombre, que las arrastre su alarde
constante, que su lecho se llene de
adulaciones, que les venga bien el vino de las uvas podridas de su esclavitud.
Que se emborrachen hasta dejar de acordarse de que una vez fueron potencia, que
su regalo más grande iba a ser lo que venía de otro mundo para ellos y que hoy
se conforman con las palabras súbditas del vil contento.
Toma hoy mi mano amigo, que sabes que no requiero de ti que
estemos de acuerdo. Que sabes que nuestra boca de cenicero ha llegado a un
acuerdo con los fénix del no tiempo.
Sepulcral helecho de una ninfa sin rostro, que me cobija la
tarde como un manto de escombros, no sé dónde viene tanta herida profunda, ni
conozco la superficie que me enfunda. Somos un palmo de intenciones, que vienen sin nombre, a
acurrucarse en un rincón del mundo, rincón que compartiremos sin duda, sin
odio, y sin el egoísmo de las trampas que ocupan todo el resto del tiempo.
Es sin parar, porque se va la vida que vale, y vuelve pronto
la vida que pesa.
Es sin parar, porque regresa tersa la funesta normalidad.
Es sin parar, corriendo trágico detrás de mi voluntad.
Es sin parar, que atraviesa mi espalda un as de de dudas.
Es sin parar que llega y que va.
Es sin parar, porque la musa me espera y no me ve llegar…
De lo definido nada, es momento de honrar la.
En el no.
En el nadie.
En él.
Quien dice que soy lo que dije que era?
Quién dice que es lo que dijo que fue?
Quién es el que mienta su nombre como calavera?
Quién el que distrae con sus banderas?
Quién el que atasca nuestra libertad de amor?
Quién el que llega la hueste de su fervor y su clamor?
Quién el que habla a tu nombre?
Quién el que encarcela tu alma?.
Quien te dice que hacer y por dónde?
Quién está en posición de arrebatarle a tu historia?,
Lo de bandido de gloria?
Y lo de sereno de mar?
Que habita una historia,
Que muere sin parar.
Quemar,
Fumar, salir, volver, regresar, de donde se ha ido, de donde
viene el navegar…
Que coma su cocodrilo,
Las nuevas flores de sigilo,
Corrupto en tu tradición,
Vendido sin comparación.
El personaje es construido,
Con la escama y con el hilo,
De un dinosaurio tranquilo,
Que habita en río,
Que habita en mar…
No hay comentarios:
Publicar un comentario